México, 19 de septiembre de 1985…
A nuestros pequeños ojos, la ciudad simplemente se sacudió y se desmoronó.
En el Campo de las artes también tratamos de reconstruirnos como pudimos, en algunos momentos por intuición y en otros guiados por la batuta de los mismos maestros de los que se renegaba. “acostumbrados a tratar lo que quiso decir, no podemos entender lo que vemos es, llana o complejamente, lo que vemos y lo demás es regocijo”[1]. Ahora después de tantos años y con un poco mas de conciencia, aludiendo al texto de Luis Carlos Emerich, creemos que aun los fragmentos necesarios para contestar este cuestionamiento no están esclarecidos y sobre una mesa especifica, parece que en el momento en el que se sitúa el texto los fragmentos aun con aroma a derrumbe no se terminan de unir; damos gracias de que así suceda. Porque podemos retomar, reinventar y quizá hasta fusilar. Invocando siempre o en el mejor de los casos a la razón.
¿Que es un artista en México?
a) El que tiene el tituló como artista visual.
b) El que produce obra para vender y no titulo.
c) El que no tiene ni titulo ni obra, pero si los conectes necesarios.
d) El que solo produce por el gusto de producir.
e) El que fue tocado por las musas de las artes.
f) El que fusila obras sin ton ni son, etc, etc, etc...
Retomar las cosas que suceden en el trascurso de la vida, esta vida que genera manjares para formar el alimento del artista, que ya no es el aplauso, sino la realización en sí mismo.
En México podríamos decir que no queremos a los neocosas, pero como no lo decimos, pues se siguen haciendo. Y “En diez años sólo charcos individualistas han osado correr sin caudal ni cause adecuados”[2]
Son muchos talvezes y el abanico es tan amplio que… ¿que resultaría si arriesgamos nuestra identidad como artista?
“Ojos que sirven para ver, ojos que sirven para llorar, podrán servir también para observar”.[3]
[1] Emerich, Luís Carlos. Figuraciones y desfiguros de los 80as . Pintura mexicana joven, México, Diana, 1989. p 47.
[2] IBIDEM, p 52
[3] Bouting, Laurence, Eduardo Chillida, Video VHS, FCE, duración 98 min.
A nuestros pequeños ojos, la ciudad simplemente se sacudió y se desmoronó.
En el Campo de las artes también tratamos de reconstruirnos como pudimos, en algunos momentos por intuición y en otros guiados por la batuta de los mismos maestros de los que se renegaba. “acostumbrados a tratar lo que quiso decir, no podemos entender lo que vemos es, llana o complejamente, lo que vemos y lo demás es regocijo”[1]. Ahora después de tantos años y con un poco mas de conciencia, aludiendo al texto de Luis Carlos Emerich, creemos que aun los fragmentos necesarios para contestar este cuestionamiento no están esclarecidos y sobre una mesa especifica, parece que en el momento en el que se sitúa el texto los fragmentos aun con aroma a derrumbe no se terminan de unir; damos gracias de que así suceda. Porque podemos retomar, reinventar y quizá hasta fusilar. Invocando siempre o en el mejor de los casos a la razón.
¿Que es un artista en México?
a) El que tiene el tituló como artista visual.
b) El que produce obra para vender y no titulo.
c) El que no tiene ni titulo ni obra, pero si los conectes necesarios.
d) El que solo produce por el gusto de producir.
e) El que fue tocado por las musas de las artes.
f) El que fusila obras sin ton ni son, etc, etc, etc...
Retomar las cosas que suceden en el trascurso de la vida, esta vida que genera manjares para formar el alimento del artista, que ya no es el aplauso, sino la realización en sí mismo.
En México podríamos decir que no queremos a los neocosas, pero como no lo decimos, pues se siguen haciendo. Y “En diez años sólo charcos individualistas han osado correr sin caudal ni cause adecuados”[2]
Son muchos talvezes y el abanico es tan amplio que… ¿que resultaría si arriesgamos nuestra identidad como artista?
“Ojos que sirven para ver, ojos que sirven para llorar, podrán servir también para observar”.[3]
[1] Emerich, Luís Carlos. Figuraciones y desfiguros de los 80as . Pintura mexicana joven, México, Diana, 1989. p 47.
[2] IBIDEM, p 52
[3] Bouting, Laurence, Eduardo Chillida, Video VHS, FCE, duración 98 min.
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